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Jacques LACAN / Seminario XXI : Los no incautos yerran (1973-1974)

Los no incautos yerran - 11 de diciembre de 1973

«Se puede decir…»

Fecha de puesta en línea Sábado 28 de octubre de 2006

Autor o autora : Margarita MOSQUERA

“En consecuencia, lo que responde el discurso analítico, es esto: lo que ustedes hacen, muy lejos de ser obra de la ignorancia, está siempre determinado, determinado ya por algo que es saber, y que llamamos el inconsciente." JL.

Bien pueden decir que si hablo es porque están ustedes ahí. No me fatiguen, pues, porque si no, ¡me voy!
He aquí una cosita que me tomé el trabajo de construir, para que ustedes la vieran Es un nudo borromiano. Les advierto que hoy no hablaré de otra cosa. Entonces, si a alguno lo joroba, que salga, me parecerá mejor.
Es un nudo borromiano. Es decir... entonces saquen más bien ése, el azul. ¿Lo ven? El azul, se saca, ¿no? El resultado, es que los otros dos están libres. Han visto que no he tenido que desmontarlos para que se liberen. Bien. Mas tarde Gloria puede mostrarles, el asunto. Pero creo que ya es suficientemente demostrativo, a veces esto se hace con cubos, esto se hace con cubos, y se advierte que es preciso que haya tres a lo ancho y cinco a lo largo para el nudo borromiano mínimo. Bueno.
Evidentemente, la idea es hacer algo que... que responda a tres planos. Es decir, que esté fabricado como las coordenadas cartesianas. Cuando quieren fabricar esto, advierten que sin embargo tienen... dificultades. Tienen dificultades, en absoluto reales: tienen dificultades para darse cuenta certeramente de inmediato, dónde va a terminar eso, cuánto hará falta que ustedes los pongan primero en un sentido y después en el otro. Prueben ustedes mismos, ¿está bien? Prueben sobretodo que había otra cosa que no les traje, había otra cosa que, cosa que respondía no al nudo borromeo, que tiene la característica de... que cada uno de los dos redondeles que eso constituye, no es redondo, es como si fuera, de los dos redondeles que eso constituye, se liberan si ustedes quieren, si ustedes cortan uno de ellos. Tienen también el conocido sistema que no les reproduzco en el pizarrón porque, en fin, lo tengo aquí pero estoy cansado, no tienen más que pensar en los tres círculos que sirven de emblema a las Olimpíadas. Pueden comprobar que está hecho de manera diferente, a saber, que no solamente dos de esos redondeles están anudados, sino que el tercero se anilla, no con uno sólo de los dos, eso no hace tres que formen cadena, sino con los dos. Y bien, prueben. Prueben hacer un montaje de cubos tal que eso quede así, a saber que por la continuidad, del montaje que ustedes hayan hecho, así, tomando el amarillo, el rojo y el azul, que sea posible montarlos en tres planos. La seguridad de que se trata de planos está dada por la forma cúbica; justamente, están ustedes obligados a, a hacerlos en tres planos. Prueben.

Seguramente no verán en seguida que en este caso, es preciso que, que el lado, por así decir, el lado que va a montarse, sea de cuatro cubos, como mínimo. Pero que esos cuatro cubos se encuentran también en la otra dimensión. Es decir, en lugar de tener 2 veces 5+2, como en este caso, lo que da doce, ustedes tienen... dos veces cuatro, más dos veces dos, lo que da igualmente doce, lo que es curioso. Pero vean la dificultad que tendrán para realizar esta pequeña construcción; será para ustedes una buena experiencia de esto por lo cual comienzo: es que advertirán ahí hasta qué punto no apreciamos el volumen.
Porque ustedes chapucearán. Ustedes chapucearán como yo mismo lo hago! Puesto que... a partir por ejemplo, de tres series simples de cuatro, cuando las hayan compuesto de manera tal que eso pueda constituir, los famosos tres ejes que sirven para la construcción cartesiana, cuando ustedes ahí, al no ver sino cuatro, también tendrán, por un instante, la sensación de que esto podría anillarse, que esto podría anillarse (boucler), por ejemplo, como aquí, como si hubiera solamente cuatro, y después, tres solamente de ancho. Tendrán esa sensación.
Se trata de una manera de hacerles experimentar lo siguiente: que no tenemos el sentido del volumen, sea como fuere lo que hayamos logrado imaginar como tres dimensiones del espacio. El sentido de... de la profundidad, del espesor, es algo que nos falta, mucho más de lo que creemos. Esto para adelantar, lo que quiero decirles, de entrada, es que somos seres, ustedes y yo, somos seres de dos dimensiones, a pesar de la apariencia. Habitamos el Flat land [1], como se expresan autores que hicieron un pequeño volumen sobre el tema, que parecen tener mucha dificultad, en fin, para imaginarse como seres de dos dimensiones. No hay necesidad de buscarlos muy lejos. Todos nosotros lo somos.
Es al menos así, verdaderamente, como eso se representa. Lo mejor que podamos llegar a hacer, es en realidad aquello a lo cual nos limitamos. Sería igualmente asombroso que en una asamblea, aquí, que está... plumiferando (scribouiller) [2], yo, yo no pueda hacerme sentir: plumiferar, es eso, es lo mejor que podríamos hacer. Y es lo que fue muy bien articulado con el hecho de que, se encontró, finalmente, personas capaces de proclamar en otra área (aire), (a, i, r, e) [3], que no era la nuestra, que "la tinta de los sabios es muy superior a la sangre de los mártires". ¡Hay quienes se atrevieron a decir esto! Se atrevieron a decir esta evidencia. Es preciso decirlo, esto último, la sangre de los mártires, ¿no?: ¿qué tenemos de ella? Tema de cuadros.
Y esto con la estructura obsesiva que Freud supo reconocer en lo que no hace sino uno: la religión y el arte. Me excuso ante los artistas. Tal vez haya algunos, allí, perdidos en la concurrencia, lo que me cuesta creer. Me excuso ante los artistas si la cosa les llega: ellos no valen más que la religión. No es...no es mucho decir.

La boludez, — no es la primera vez que la evoco aquí, de suerte que, lo espero, no vayan a sentirse apuntados—, la boludez es nuestra esencia, de la que forma parte vuestra demanda. Por mucho tiempo me rompí la cabeza tratando de saber por qué eran ustedes tan desmesuradamente numerosos... en fin, a fuerza de rompérmela, en fin, se hizo alguna luz sobre el asunto. Justamente, vuestra demanda, la que los aglomera aquí, es ésta: cómo tener alguna posibilidad de salir de la boludez. Es incluso para eso que cuentan conmigo. Con la salvedad de que, tal demanda forma parte de la boludez.
Por lo tanto, una vez más cedo a esa demanda, y sepan que no precisamente porque vuestro número es grande voy a ponerme a fingir.
No es porque sea grande, sino porque es n ú m e r o. Con lo que me entrego a la abyección, debo decirlo, con la cual, en este lugar, me confundo. Hay una cosa que he llamado “la pasee”, que se practica en mi escuela, únicamente porque quise tratar de obtener testimonio de ello. Es preciso que esté donde estoy, o sea hoy, para que yo mismo vea bien qué es: dedicarse a responder a cualquier persona, a cualquier cosa, pero responder ¿qué?
Lo que responde el discurso analítico, es eso, lo que ustedes hacen, todo lo que ustedes hacen. Y de su naturaleza, si puede decirse, de su estructura más exactamente, contrariamente a todo lo que se pensó hasta ahora, entre los especialistas, filósofos como ellos se designan, no por ignorancia, la ignorancia natural, como se expresa Pascal... Agradezco a alguien que, mientras yo trabajaba, el domingo pasado, en fin, tuvo la atención de llamarme, además porque yo se lo había encargado expresamente... pero, era así, volveré a decírselo a ustedes dentro de poco, bajo la forma de una pequeña sugestión suya relativa a Pascal. Y ¡bien! Yo le había encargado que mirara en Pascal todo ese escalonamiento que va de la ignorancia natural a la verdadera ciencia, con lo que él designa, así, en su plumiferaje, a los semi-listos. Es la persona que me ha hecho este servicio. En fin, que... que ha chapuceado un poco con Pascal, así, para evitarme tener que hacerlo, porque yo estaba deslomado: él creyó poder identificar a los semi-listos con los no-incautos (non-dupes). Espero que con este esfuerzo llegue, en fin, en este esfuerzo, a hacerles sentir que... no es esto para nada, en absoluto, en absoluto, lo que quiero decir. Tampoco que los semi-listos no sean quizás, y en efecto, no-incautos (non-dupes), yo creo que son tan incautos (dupes) como los otros pero, contrariamente a lo que ustedes pueden imaginar, ¡no basta ser incauto (dupe) para no errar!. He dicho: los no-incautos (non-dupes) yerran; más aún, hace falta no ser incauto (dupe) de cualquier cosa.
E incluso es preciso ser incauto (dupe) especialmente de algo que trataré (essayer), tratar, que quiero tratar hoy de hacerles alcanzar.
En consecuencia, lo que responde el discurso analítico, es esto: lo que ustedes hacen, muy lejos de ser obra de la ignorancia, está siempre determinado, determinado ya por algo que es saber, y que llamamos el inconsciente.

Lo que ustedes hacen, sabe (sait: s,a,i,t, sait), sabe lo que ustedes son, los sabe a USTEDES.
Lo que... ustedes... no sienten bastante, –en fin yo no puedo creerlo de una asamblea tan numerosa–, es hasta qué punto este enunciado, es lo nuevo. Nunca nadie entre... entre los grandes tontos que se han ocupado de la cuestión del saber, y dios–sabe que ese (sexo) no es sin malestar que coloco a Pascal entre ellos, pues es... ¡el más grande de todos los grandes tontos! Nadie había osado nunca este veredicto, del que les pido que observen lo siguiente: la respuesta del inconsciente, es que implica, es que implica esto sin perdones, e incluso sin circunstancias atenuantes. Lo que ustedes hacen es saber, perfectamente determinado.
En lo cual, el hecho de que esté determinado por una articulación soportada por la generación anterior no los excusa de nada, pues el decir, el decir de ese saber no es más, que el hacer saber más empecinado, si me permiten decirlo. Saber de siempre, finalmente. Extraje de Freud este sentido, porque él lo dice. Lo dice con toda su obra. Cuando les ruego no comprenderme, ustedes ven que ¡hay con que!
Pero no puedo hacer nada más que escuchar en el decir de Freud, porque no hay nada, nada más que hacer que dejar que continúe. Una vez enunciado, esto funda un nuevo discurso. Es decir, una articulación de estructura que se confirma ser todo lo que existe de vínculo entre los seres hablantes. No hay otros vínculos entre ellos que el vínculo del discurso. Naturalmente, esto no quiere decir que uno no imagine otra cosa.
Hace poco les dije que... si no tenemos el volumen, al menos somos de dos dimensiones, ¿no? Entonces, está el perfil, la proyección, la silueta, en fin, todo lo que se adora en un ser amado. Nunca se adora otra cosa.
Y como de allí he partido, ¿no?, a propósito de la famosa historia del espejo, suele imaginarse que yo he despreciado esto. No lo desprecié en absoluto, ¿bien? Porque, como a todo el mundo, esto me agrada...! Del volumen, del espesor, sólo el manejo de lo que recién les aconsejé informarse hasta qué punto estamos ausentes.
Pero hay asimismo otra cosa que tomamos por el volumen, ¿no?. Y justamente, es el nudo, ¿no?. Con él se hacen las... las metáforas, no infundadas: 1os nudos de la amistad, los nudos del amor... Y bien, es por esto, finalmente, es nuestra única manera de abordar el volumen. Al apretar a alguien contra nosotros, —a mí también me pasa— bueno, pero... ¿es qué esos nudos, finalmente, nos aseguran tanto? Nos quedamos ahí por adoración, ¿no es así?
Y lo que recién llamé las dos dimensiones, cierto? Las dos dimensiones, bonita, bonita... –Hay un autor reciente, así, (me excuso con él si está aquí, no tuve aún tiempo para leerlo), él llama a eso “le Singe d’or”
Como él me hizo el homenaje de su libro, pienso que es quizá al menos porque tiene algunos ecos de lo que yo cuento, y quizá incluso, quien sabe, que me ha leído, –y que él... y que para hablar así de ello, en fin del singe d’or, es preciso que tenga algún eco de lo que voy a formular enseguida, de lo que nos ata a la imagen, a la imagen de dos dimensiones. Estoy lejos de haberlo despreciado. No sólo estoy lejos de haberlo despreciado, sino que sería totalmente absurdo decirlo porque, incluso para los significantes, nosotros estamos forzados a pasarlos por la imagen, la imagen del Flat land, la imagen de dos dimensiones, ¿no?, Para demostrar que ellos se articulan.

Al principio les mostré el nudo borromiano puesto de plano.
Naturalmente, gracias a artificios, hay lugares donde ustedes ven aparecer la fractura, lo que no puede representarse sino como fractura, por más que sea un nudo, un nudo justamente que intenté ponérselo a ustedes en volumen, de manera tal que ustedes vieran bien que no sólo de plano se lo puede abordar, aparte de que cuando ustedes mismos hayan manejado ese volumen, advertirán que... el volumen, allí, realizado como volumen, no permite distinguir para nada... distinguir, si puedo así decir, ese nudo de su imagen especular. No es más levógiro que dextrógiro; no sólo es perfectamente simétrico, sino que lo es sobre tres ejes, lo que torna estrictamente imposible que su imagen especular difiera de él.
La escritura no se efectúa en un espacio menos especular que los otros. Incluso éste es el principio de ese lindísimo ejercicio llamado palíndromo. No resulta menos cierto que la mezcolanza que acabo de hacer entre lo Imaginario y lo Simbólico nada aclara.
En especial, no aclara la diferencia que hay entre lo Imaginario y lo Simbólico; aunque parezca imposible, es la misma cosa, una vez imaginado, es nuestra noción común del espacio que..., del que imaginamos que no tiene fin. Acerca de este asunto hay que leer a Leibniz discutiendo con Newton: la pretendida suposición de un limite del espacio, que devendría impensable, como dice Leibniz, porque, sí tenía un límite, entonces, fuera de ese límite, entonces, se podría... se podría con un clavo hacer un pequeño agujero en su limite... Es absolutamente enorme lo que se puede leer de la imaginación. Y especialmente del hecho de que para imaginar el espacio —porque esto no habría sido menos una imaginación, pero quizás una imaginación que habría abierto otra cosa diferente—, no se partió de que en el espacio hay nudos. Sería provechoso ver, si cabe decirlo, que Imaginario y Simbólico no son sino modos de acceso.
Yo los tomo desde el ángulo del espacio. ¿Por qué esos modos no son todavía suficientes? Pero en fin, señalo de paso que la palabra "modo" hay que tomarla en el sentido que tiene este término en la pareja de palabras "lógica modal", es decir que no tiene sentido sino en lo simbólico, dicho de otro modo, en su articulación gramatical.
Cuando comparan algunos lenguajes, tengo la sensación que no es falso decirlo del lenguaje chino, ustedes advierten que, menos imaginarias que las nuestras, los lenguajes indo-europeos, es sobre el nudo que ellas juegan.
No es un terreno en el que me vaya a aventurar hoy, porque no tengo en él mucho que decir, pero puede ser... puede ser que pidiera, sugiriera a un chino tomar las cosas bajo este ángulo, y venir a decirles lo que... de ello él piensa, si por azar, lo que le digo le posibilita comprender, porque no basta ser, incluso, habitante de una lengua, para tener idea de su estructura, sobretodo si como es forzosamente el caso, puesto que, al supuesto chino en cuestión, yo no podría dirigirme sino hablándole en mi lengua, es decir que, si él me entiende, es que con respecto a la suya, él ha faltado.

Lo terrible es que cuando distinguimos un orden, hacemos de él un "ser". La palabra "modo", en este caso. Esto se aclararía si diéramos su verdadero alcance a la expresión “modo-de ser”. Ahora bien, no hay otro ser que de modo, justamente. Y el modo imaginario ha dado sus pruebas, en lo que concierne al ser de lo simbólico. Tanto dio las pruebas que bien podría uno arriesgarse a... a tratar de ver si el modo simbólico no aclararía... el ser de lo imaginarlo. Es lo que he tratado de hacer, lo sientan ustedes o no.
Quisiera decir, en esta tercera clase del año de este seminario, en qué constate su lugar en el seminario y su programa. Y es por ello que lo enuncié al hablarles desde el comienzo de nudo borromiano. El nudo borromiano que así he visto surgir, — en fin, quiero decir que en cierto modo él me ha invadido—, el nudo borromiano no tiene ninguna especie de ser. No tiene en absoluto la consistencia del espacio geométrico, del que se sabe que no hay limites para su corte en partes, ¿verdad? para su proyección, para todo lo que ustedes quieran... e incluso que eso va más lejos: Que... eso... invade. Y es en esto instructivo: eso invade el otro orden. Estamos de tal manera capturados por ese modo imaginario, que, cuando intentamos manipular el orden simbólico acabamos en él; en fin, recuerden la manera como se abordan los conjuntos, se nos habla de biyección, de sobreyección, de inyección... todo esto no va sin imágenes, en todo caso es con imágenes que ustedes los soportan, modos hechos, sin embargo, para... para liberarlos a ustedes de lo imaginario. Es con puntitos que ustedes advertirán que entre un dominio y un co-dominio hay inyección o, biyección o, sobreyección.
Pero soportando con ello los puntos, no hacen otra elucubración imaginaria. Porque la puesta en plano del nudo borromiano no ha logrado, por qué no ha evocado, el nudo borromiano, otro comienzo concerniente al punto... concerniente al punto, aquí encarnado, si puedo así decir, por el hecho de que en el corazón de esta pequeña construcción ustedes tienen, sea lo que sea que hagan, una célula vacía. Lo que no es menos verdadero que el otro nudo, no borromiano, ese nudo que llamé hace poco, olímpico. Esto último que tiene... tiene consecuencias más complicadas. Pero dejemos.
¿Porque este nudo borromiano no ha evocado otro salida concerniente al punto?
El punto... el punto que somos, ¿no? Porque hasta en el mejor de los casos, es lo que somos. Hasta ahora no les hablé más que de lo imaginario y de lo simbólico, pero justamente mi discurso tiende a mostrarles que, que es necesario que estas dos dimensiones se completen con la de lo real. En otras palabras, es preciso que haya tres dimensiones. Tres para que exista ese punto que tal vez hubiera podido igualmente, tal vez, finalmente, si... si uno no fuera lo que absurdamente se llama "geómetra", porque, piensen, ¿qué tiene que ver nuestra geometría con la tierra, finalmente? ¿No es pues, que la tierra no es, en absoluto algo plano? Si no tuviéramos vocación por el mapping, por el catastro, ¿en qué nos sugeriría ella lo plano? ¿Por qué, a condición de partir del nudo, no hubiéramos partido de la idea de que un punto parte? Parte desde el comienzo, en su definición, del punto de tirón, por ejemplo. ¿Esto no les dice nada? Entre vuestro simbólico, vuestro imaginario y vuestro real, desde la época en que lo vengo machacando, ¿acaso no sienten que vuestro tiempo se lo pasa tironeando? Además eso tiene una ventaja, ¿no? Eso sugiere que... que el espacio implica al tiempo, y que el tiempo no es quizás otra cosa, justamente, que una sucesión de instantes de tirón. Esto en todo caso expresaría bastante bien la relación del tiempo con esa estafa... designada bajo el nombre de eternidad.

El tiempo es, es quizá que eso, finalmente, la etrinidad del espacio... lo que sale ahí de un apretar (coincement) sin remedio. Bueno.
Decididamente, el nudo borromiano, no es cosa en absoluto desdeñable. Si lo ponen de plano, ahí, advertirán todo lo que se puede sacar de él. Por ejemplo, les daré uno así, a ver cómo lo manejan. Es así. Vean un poco lo que se puede discurrir acerca de esto: cuando está de plano, para transformarlo, cuando esta plano, de dextrógiro en levógiro, basta en la primera posición que acaban de ver, con hacerle esto a cualquiera de ellos.
Si después se lo hacen al otro, ¿cierto?, Es así, que, hay que hacer, y si enseguida se lo hacen al tercero, es así, como hay que hacer, cada vez ustedes invierten, es decir, al levógiro primero lo hacen dextrógiro, y cuando han dado vuelta, el tercero es de nuevo levógiro.
No carece... no carece de interés. Además, aclara la cuestión de la famosa historia de que el universo sería ambidextro, lo cual en todo caso, arroja cierta luz sobre él. Vale la pena detenerse en el asunto... Da otra idea de la especialización. Se trata, en todo caso, de una estructura que... que cambia totalmente el alcance de la palabra espacio en el sentido con que es empleada en la Estética Trascendental. A saber, que no podemos percibir las cosas sino bajo el ángulo de un espacio, que en Kant es simplemente imaginario. Si hay tres dimensiones del espacio, y si comenzamos enumerando a esas tres dimensiones como lo Simbólico y lo Imaginario, hay que hacer la experiencia de lo que esto produce para la tercera, o sea, para lo Real. Por ahora sólo una cosa habrá que decir de esto.
No puedo decir que sea la fecha de bautismo de ese Real: ’’yo te bautizo, Real, a ti, en tanto que tercera dimensión..."; lo hice ya, hace mucho tiempo, Inclusive aquí di comienzo a mi enseñanza.
Salvo que en mi fuero interno agregué: "yo te bautizo, Real, porque si no existieras habría que inventarte". Por eso lo inventé. No, por cierto, en virtud de que desde hace muchísimo tiempo no haya sido denominado; pues es lo que tiene de notable la lengua ¿no?, es que el naming (suerte que tenemos el inglés para distinguir naming de nomination, naming quiere decir to name, dar el nombre propio). Obviamente, no por nada dije: "yo te bautizo’’. No le tengo miedo a las palabras sospechosas de herejía (trazas de religión), ningún olor a sotana, ni todo lo que él propague, es tabú para mí.
Es un hecho que el naming, en tanto que nombre propio precede, es un hecho, a la necesidad por la cual éste no dejará ya de escribirse. Mientras no tomen —he aquí el sentido de lo que sostuve con aparente subestimación por lo imaginario, mientras no tomen lo simbólico cuerpo a cuerpo, no acabarán con él [4] . Ni tampoco con lo que, mi dios, llamo en mis papeles ’’la Iglesia", pero... pero que es el cristianismo. Por cuanto allí, el Cristianismo los posee.

Es la verdadera religión. Habría que mirarla dos veces. Es lo verdadero en la religión. Cuando menos vale la pena interesarse por esto (quizás) aunque más no fuera sino para ver qué da. Pero nada de lo que digo lo hará. Yo digo, yo les machaco en las orejas:: La verdad sólo puede decirse a medias. Esto significa confirmar que sólo hay verdad matematizada, es decir, escrita, es decir, que ella no es suspendible, como verdad, sino de axiomas. Es decir que no hay más verdad sino de lo que no posee ningún sentido. Es decir, de aquello de lo que no hay que sacar otras consecuencias que las de su registro, el registro de la deducción matemática; en tal caso y cómo, después de esto, ¿cómo puede el psicoanálisis imaginarse que procede de la verdad?
No hay allí más que un efecto, — efecto necesario, sin duda, aunque seguramente esta necesidad no se manifiesta en ninguna parte fuera de mi oficio, el oficio que estoy desempeñando ¿no es cierto?— no hay más que un efecto, esa especie de... de olor a verdad en el análisis: un efecto de que éste no emplee otro medio que la palabra. Estrictamente no. Que no se me venga a contar, ¿no? Que el análisis emplea la transferencia. Porque la transferencia no es un medio. Es un resultado, que reside en que la palabra, por medio de ella, medio de palabra, revela algo que nada tiene que hacer con ella, y muy precisamente el saber, que existe en el lenguaje. Por otra parte, nunca dije que el lenguaje fuera saber. Si aceptan recordar algunas de las cosas que escribí en el pizarrón en la época en que tenía fuerzas para ello, el lenguaje es un efecto de lo siguiente: de que hay significante Uno. Pero el saber no es la misma cosa. El saber es la consecuencia de que hay otro. Con lo cual hacen dos, en apariencia!.
Porque este segundo obtiene su estatuto, justamente, del hecho de que no tiene ninguna relación con el primero, de que no forman cadena, aún cuando yo he dicho, en alguna parte, en mis plumiferajes, los primeros, ¿no? Función y Campo, eso no era tan boludo.
Quizá en Función y Campo dije que formaban cadena. Es un error. Porque para descifrar, fue preciso que yo hiciese algunas tentativas, de allí esa boludez.
Incluso es lo propio del descifrado. Cuando se descifra, se embrolla. E igualmente es así como llegué, después de todo, a saber lo que hacía. Es decir lo que había que descifrar. Es decir, sustituir el significante Uno al otro Significante, aquél no da dos sino porque ustedes le agregan el descifrado. Lo que enseguida permite contar tres.
Esto no impide escribir — lo hice—: S, índice 2, porque es así como debe leerse la fórmula del vínculo de S1 a S2.
Es puro forzamiento, pero no forzamiento de una noción. Es lo que nos pone bajo el yugo del saber. Puesto que les estoy hablando del psicoanálisis, agrego: el yugo del saber, en el lugar mismo de la verdad. En el lugar, también, de la religión, de la que acabo de decirles que es verdadera. He aquí uno de los pilares del discurso psicoanalítico. Inclusive califiqué a ese discurso, como a todos los otros, de cuatrípodo.

Tal vez lo califiqué como acabo de decirles, ¿cierto? justamente; considero que es una calificación, cuatrípodo, y no una cuantificación [5] , porque, cuanto más ando, más me convenzo de que no contamos más que hasta tres. Inclusive, sólo porque contamos "tres" podemos llegar a contar "dos"; incluso, la verdadera religión — pues hablo del cristianismo— miró allí dos veces. Especialmente la ortodoxa, que no quiere filioque.
Y no por casualidad, no quiere que haya dos para que se proceda al tercero. Pues, por el contrario, es del tercero que surge el dos. De suerte que no por nada se denomina a sí misma "la ortodoxa", y tiene razón. Esto no quiere decir en absoluto que lo logre. Lograr, como se los señalo a la lejanía, es el signo de nada.
Pero justamente esto falla... Bien puedo decir que para nosotros, analistas, es más bien en su favor, lo que no le impide que deba eliminarse. El ecumenismo no está allí de balde. ¡Bueno! En fin, me extiendo y charlo, tengo bastantes bromas (bateaux) [6], ustedes se divierten con ellas pero además, al menos son barcos que flotan, ¿no?
Todo esto apunta, apunta a que... que me hacen sudar un poco al responderme siempre con un eterno "dos". Mientras que nunca lo produje como otra cosa que como índice, es decir, como síntoma. Por otra parte, la misma palabra lo confirma. Lo que cae conjuntamente: es esto lo que dice. No quiere decirlo expresamente, pero sin embargo lo dice. El dos no puede ser ninguna otra cosa que lo que cae conjuntamente del tres. Y por eso este año elijo como tema, — eso quiere decir, eso quiere decirlo en todo caso hoy, en que insisto sobre ello—: el nudo borromiano.
Es evidente que se trata de un esfuerzo pedagógico. Sin embargo, en razón de algo del orden de esa debilidad que se llama amor, donde casi no puede hacerse mejor cosa que... que desenredarse, es en razón de esto que... que mi dios, que el texto de Kant sobre la pedagogía me... — que lo he reabierto pues lo adquirí, en edición original, (yo necesito mis pequeños placeres, ¿no?) pero ustedes pueden encontrarla, fue editada, creo que reeditada por Presses Universitaires, en fin, alguien de aquí me lo obsequió, y es... es apasionante. Es apasionante. Nada mejor se ha escrito sobre el tema de... de lo que ocurre con los débiles, ni siquiera lo que escribió Maud Mannoni. ¡Bueno!
El niño está hecho para aprender algo. He aquí lo que nos enuncia Freud, lo que nos enuncia Kant, (risas) es al menos, incluso, algo, en fin, algo extraordinario! Es extraordinario que él haya tenido en suma el presentimiento. Pues ¿cómo podía él justificarlo? Está hecho para aprender algo, es decir, para que el nudo se haga bien. Porque no hay nada más fácil que lo que falla; sobre todo si ustedes lo ponen bajo esta forma, a saber, la misma que aquélla. Miren: he aquí el círculo verde y el círculo rojo — en fin, el redondel—.

Supongan que para construir el tercero yo parta del interior del rojo, que está en el exterior. Para construirlo, es preciso que yo lo trence, y que él pase a alguna parte, sea abajo, sea arriba del verde. Pero si partí de abajo del rojo, –vean el rojo está ahí, más grande que el verde– si partí de abajo del rojo, que yo lo haga pasar sobre o bajo el verde, el resultado será el mismo: no habrá nudo.
En otras palabras, si yo no parto de encima del rojo, lo que me obliga a pasar por debajo del verde, no habrá nudo borromiano. Kant no puede saber —porque no es de eso que habla—, en suma por qué el niño debe aprender algo. El niño debe aprender algo para que el nudo se haga. Para que él no sea, si cabe decirlo, no incauto (non-dupe), es decir, incauto (dupe) de lo posible. Incauto, incauto (dupe, dupe), es un poco demasiado. Los no-incautos (non-dupes) son las dos veces incautos (dupes). Justamente, son incautos (dupes) por ser dos. Y ésta es, en suma, la única objeción de la que creí partir, porque yo me enfrentaba a orejas que no estaban, precisamente, despiertas, objeción, única objeción que tengo que hacer a la "yo-mitada" (moi-ïté) [7].
Esta es una expresión que me ha atribuido, con razón o sin ella, porque quizás lo he dicho en algún momento, uno de mis analizantes, recientemente, y que desde hace mucho tiempo concurre a mis seminarios. La mitada (moiïté), como él se expresa, es evidentemente caer de inmediato en el dos: ya que la mitada (moiïté) está forzosamente hecha de dos mitades. Y si he dicho que la religión es, es lo que uno puede hace de más verdadero, en la religión, yo les haré notar esto sobre lo cual yo jaspiné un buen tiempo, que tu amaras a tu prójimo como a ti mismo, lo que quiere decir es que ustedes serán tres, ¿si o no? Bueno.
El nudo borromiano no puede estar hecho sino de tres. Lo Imaginario, lo Simbólico no bastan, hace falta el elemento tercero, y yo lo designo como lo Real.
Es preciso que exista esa solidaridad determinante de que haya sujeto, sujeto hablado, en todo caso: la pérdida de una cualquiera de las tres dimensiones, la condición para que el nudo se sostenga, es que la pérdida de una cualquiera de esas tres dimensiones debe volver locas, es decir, libres una de la otra, a las otras dos.
Esas tres dimensiones, ¿cómo se las represento?. Como redondeles de hilo, como se ha querido, y a muy justo título, de manera pertinente, intitular mi penúltimo seminario del año pasado.
¿Qué es, como dimensión, un redondel de hilo, ah? Les hago observar que un redondel de hilo no es lo mismo que un nudo, porque un nudo, un nudo se ve, se hace, puede dibujarse en el pizarrón... a condición de hacer las pequeñas interrupciones necesarias, y dios sabe lo que es preciso poner, tan poca imaginación tenemos.

Aquí está, ven ustedes, todavía debo corregir: un nudo es esto. En otras palabras, un nudo se desanuda. Si ustedes lo desanudan, están perdidos, porque no pueden más que hacer otro, y nunca llegarán a distinguir un nudo de otro nudo. Porque esos nudos no son todos parecidos. Por ello es necesario el redondel de hilo. El redondel no es un nudo, pero es necesario para la teoría de los nudos.
En efecto, para que un nudo pueda ser distinguido de otro, en ningún

caso había que desanudarlo, porque entonces cuando hagan ustedes otro nudo, tendrán la sensación de que es el mismo. Por eso es que no hay más que dos cosas: o bien extender hasta el infinito, –cuerda que forma nudo — y entonces no podrán desanudarla, o bien unir sus dos extremos, lo que es exactamente la misma cosa.
Y esto justifica el redondel de hilo. El redondel de hilo es algo que les permite la teoría de un nudo. Para romperse, exige tener que ser cortado (coupé). La culpabilidad [8]. Es lo que se distingue, — pero ¡totalmente! esto quizás, todavía no se les haya ocurrido pero lo mismo espero que a algunos sí—, es una topología. Un redondel de hilo, es un toro. Y es lo único que permite elaborar el nudo No se anudan juntas dos esferas.
Pero lo interesante de este asunto es que no se anudan dos redondeles de hilo, se anudan tres, pero de tal suerte que el tercero sólo anuda a los otros dos. Hay en alguna parte un artículo que reza: "De la causalidad psíquica", un lugar alrededor del cual algunas personas se han batido, un lugar donde yo anudo — ya que es de esto que se trata— la libertad y la locura, donde digo que una no se concibe sin la otra lo que, desde luego, perturba porque igualmente ellos piensan de inmediato que yo digo que la libertad es la locura... ya que por no hacerme comprender — por qué no, yo me entiendo—; en esta ocasión deseo que observen que el interés de juntar así en el nudo borromiano, lo simbólico y lo imaginario y lo real, es que de ello resulta, —no solamente resulta de ello sino que debe resultar de ello—, es decir que el caso es bueno —me permitirán esta abreviación dada la hora— si el caso es bueno, basta con, bastan dos, cortar uno cualquiera de esos redondeles de hilo para que los otros dos queden libres uno del otro.
En otras palabras, si el caso es bueno — déjenme implicar que éste es el resultado de la buena pedagogía, a saber, que uno no ha fallado su anudamiento primitivo—, si el caso es bueno, cuando a ustedes les falta uno de esos redondeles de hilo, ustedes deben volverse locos. Y es en esto, es en esto que el buen caso, el caso que he llamado "libertad", es en esto que el buen caso consiste, en saber que si hay algo normal [9] es que, cuando una de estas dimensiones les falta, por cualquier razón que sea, ustedes deben volverse, ustedes deben volverse locos.
Y es en esto, que quisiera terminar para mostrarles su interés. Supongan el caso del otro nudo, que antes llamé olímpico; si uno de vuestros redondeles de hilo les... revienta, por así decir, debido a algo que no les concierne, ustedes no se volverán locos por ello. Y esto porque, lo sepan o no, los otros dos nudos se sostienen juntos, y eso quiere decir que ustedes están neuróticos. Con base a esto, siempre, afirmé algo, que no se conoce lo suficiente, que los neuróticos son irreventables. (risas).

Las únicas personas a las que vi comportarse de manera admirable durante... durante la última guerra —dios sabe que no me causa especial agrado evocarla— son mis neuróticos, aquellos a quienes aún no había curado. Eran absolutamente sublimes. Nada los afectaba. Así les faltara lo real, lo imaginario o lo simbólico, ellos aguantaban.
Y no sé si algunos de ustedes lo recuerdan, en una época escribí algo sobre la fobia de Juanito. Es muy curioso. Pero nunca vi a nadie valorizar ese signo, que no solamente he escrito sino que he repetido, machacado, ¿no es cierto?; no he visto a ningún otro, buscando... qué era esa sagrada historia del caballo, porque desde luego yo me preguntaba, como todo el mundo: ¿por qué el caballo, por qué le daban miedo los caballos...? La explicación que yo encontré, pues lo he trabajado, he insistido, es que el caballo era el representante, hasta puedo decir...de tres circuitos. No señalé la verdad de que eran tres esos circuitos.
Pero el caballo representaba cierto número de circuitos; incluso he ido a buscar una carta de Viena para marcarlos bien, porque ante todo eso está en el texto de Freud: ¿cómo los hubiera encontrado yo de otra manera?. Esto en la medida en que la fobia, la fobia de Juanito, está muy, está muy... precisamente en ese nudo triple cuyos tres redondeles se sostienen juntos. Es en esto que es neurótico puesto que, así corten ustedes uno, los otros dos se sostienen siempre. No es cuestión de ocuparnos únicamente de esto, hay otros acoplamientos cuyas neurosis son más simples que la de la fobia. Ya llegaremos a ellos.
Lo importante, lo importante no está tampoco en esto, que hace tan bella imagen, ah!, Ustedes pudieron decir, en suma, que he definido lo normal en el sentido de que está hecho de tal manera que cuando uno de los tres redondeles revienta, eso no puede sino volver loco. Pero lo importante no es esto, en absoluto.
Lo importante es que, aunque estén pintados de colores diversos uno con relación al otro, esos tres redondeles, esos redondeles de hilo son estrictamente equivalentes. Quiero decir que lo importante es que tanto lo Real como lo Imaginario como lo Simbólico pueden jugar exactamente la misma función con relación a los otros dos. Esto no es obvio.
Si yo les presento el nudo así: a saber el rojo por encima del verde y calzándolo, y el negro — a ése lo llamo provisoriamente negro porque tiene puntos negros— y el negro en buena posición, no es obvio que yo pueda muy fácilmente poner a los otros dos en una posición diferente, es decir, hacer que el verde esté por encima del rojo, siendo el nudo borromiano igualmente correcto. A saber, en ningún momento fue cortado. Puede creerse que hay un obstáculo para que yo ponga el verde en el lugar del rojo, a partir de una posición fija del negro, sin embargo éste es el caso. Sin embargo, éste es el caso, y es también lo que hay que decir a propósito de las tres dimensiones de nuestro Real.
Ese Real acerca del cual uno se interroga hacia el final de la Interpretación de los Sueños, y lo que hay que decir, lo que hay que decir es esto: que si la vez pasada los aburrí con esa historia de lo oculto, es justamente por esto, porque para Freud es en cierto modo la confirmación patente: sobre esas tres dimensiones, de las cuales él nos denuncia tan bien dos, ¿qué es para Freud lo Real?

Y bien, se los diré hoy: es, justamente, lo oculto. Y lo es precisamente por cuanto Freud lo considera como lo imposible. Pues acerca de la historia del ocultismo y la telepatía, él nos previene, e insiste, que no cree en ella para nada. Cómo es posible que alguien como Freud haya podido perseguir, en fin, con tal obstinación, la sombra de ese oculto que él consideraba como, hablando propiamente, una cavilación de imbéciles. Léanlo bien y lo verán.
Y bien, el interés de lo que la vez pasada quise anticiparles y no les dije sino por medio de la frase final, —que no hay iniciación—, frase que los que tienen orejas supieron localizar como la única interesante, es justamente que Freud — y esto merece ser mirado dos veces— era INCAUTO (DUPE) DE LO REAL. Era incauto (dupe) de lo Real aunque no creyera en ello. Y de esto se trata. Para el buen incauto (dupe), el que no yerra, es preciso que haya en alguna parte un Real del que él sea incauto (dupe).

P.-S.

Al publicar esta traducción apelamos a las observaciones de Jacques-Alain Miller, que acerca de los “múltiples versiones” bajo las cuales “circulan” los seminarios de Jacques Lacan declaraba en el Diario “ Le Monde” el 12 de marzo de 2001 (el mundo de los libros, observaciones recogidas por Jean Birnbaum), que 3”lejos de deplorarlo”, había que aplaudirlo, mientras eso siguiera siendo “de orden científico."

Al objeto de este trabajo que es de carácter puramente científico, imponemos pues a nuestros lectores hacer un uso estrictamente no comercial de estos documentos.

De Abréactions Associations / Psychanalyse-paris.com
Margarita MOSQUERA & Christophe BORMANS

* * *
En publiant cette traduction nous en appelons aux propos de Jacques-Alain Miller, qui concernant les «multiples versions» sous lesquelles «circulent» les séminaires de Jacques Lacan déclarait dans le journal «Le Monde» le 12 mars 2001 (Le monde des livres, propos recueillis par Jean Birnbaum), que «loin de le déplorer», il y applaudissait, tant que cela restait «d’ordre scientifique».
L’objet de ce travail étant d’ordre purement scientifique, nous imposons donc à nos lecteurs de faire un usage strictement non commercial de ces documents.

Pour Abréactions Associations / Psychanalyse-paris.com
Margarita MOSQUERA & Christophe BORMANS

Notas

[1Flat land: tierra plana. Flatland es el título del libro escrito por el pastor inglés, Edwin Abott en 1884. El autor cuenta la existencia de seres vivientes 2D sobre los planos. El narrador allí es un cuadrado y se pregunta lo que podría ser Spaceland. Somos los seres de Flatland para el hiperespacio.

[2Forma verbal neologística del vocablo scribouillard, designación peyorativa del funcionario como chupatintas, cagatintas, plumífero.

[3Aire, "área", suena de manera muy semejante a erre.

[4Con lo que no cesa de escribirse.

[5El texto repite aquí la palabra "calificación’’, lo que evidentemente es atribuible a un error de trascripción. Se la reemplaza por la que presuntamente empleó Lacan, es decir, "cuantificación".

[6Bateaux, "barcos", integra dichos franceses en los que alude a "bromas".

[7Se trata de un neologismo, explicable por lo que sigue.

[8Esta coupabilité, podría decirse, surge de coupé, cortar. Como si la culpabilidad hiciera corte.

[9Tres párrafos después, describiendo el mismo fenómeno, el original dice "anormal".

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